Un día, hace millones de años, un cavernícola llegó feliz a su cueva. Desconocemos la razón de su contagiosa alegría: Pudo haber sido porque recogió una abundante cosecha, o quizá porque mató a un enorme y peligroso Mamut ; tal vez, fue porque escapó misteriosamente de un alud de nieve que caía montaña abajo, o quién sabe si fue el día que se acostó bocarriba y contempló ensimismado las estrellas en el firmamento. Podría haber sido el día en que jugaba frotando dos rocas de pedernal y accidentalmente descubrió el fuego, o ciertamente pudo haber sido el glorioso día en que nació su hijo primogénito.
Ese día, millones de años antes de la existencia del primer hebreo, el cavernícola le dio gracias al cielo y misteriosamente; en ese momento, nació Dios para el Ser Humano.
sábado, 6 de diciembre de 2014
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